¿Te sientes inestable? Descubre como recuperar el equilibrio desde una mirada integrativa

El equilibrio no está solo en el oído: una mirada integrativa

¿Alguna vez has sentido que pierdes el equilibrio sin marearte? ¿Una especie de inestabilidad interna difícil de explicar? Si es así, tu cuerpo te está hablando… y es momento de escuchar.

Cuando pensamos en el equilibrio, la mayoría lo asociamos directamente al oído interno, y en parte es cierto. Pero limitarlo solo a esa estructura es como reducir una orquesta a un solo instrumento.

Desde una perspectiva integrativa —la que une lo neurológico, lo postural, lo digestivo, lo sensorial y lo emocional—, el equilibrio es el resultado de un diálogo constante entre múltiples sistemas: no solo el oído, sino también los ojos, los pies, los músculos del cuello, la piel, el sistema nervioso autónomo… e incluso el intestino.

¿Qué es realmente el equilibrio?

El equilibrio es la capacidad de mantener la orientación del cuerpo en el espacio, ya sea en reposo o en movimiento. Esto no se logra gracias a un único “órgano del equilibrio”, sino a un sistema que recopila, integra y ejecuta respuestas en tiempo real.

Tres grandes fuentes sensoriales trabajan en equipo para que no te caigas al suelo cuando giras, te levantas o caminas por una superficie irregular:

Sistema vestibular: está en el oído interno. Capta las aceleraciones de la cabeza y su posición respecto a la gravedad.

Sistema visual: te permite saber dónde estás y qué está quieto o en movimiento a tu alrededor.

Sistema propioceptivo: lo forman receptores repartidos por músculos, tendones, articulaciones, pies y piel. Le dice al cerebro cómo está cada parte de tu cuerpo en relación al resto.

Estos tres sistemas envían información al cerebelo, al tronco cerebral y a la corteza cerebral, donde se integra todo para generar una respuesta: ajustar los músculos, mantener la mirada fija, corregir la postura… y evitar que te caigas.

Entonces, ¿por qué me puedo sentir inestable sin tener un vértigo clínico?

Porque el equilibrio puede alterarse sin que haya un problema en el oído. Basta con que una de las entradas sensoriales falle —por pequeña que sea—, o que la integración no sea eficiente, para que empieces a sentirte “fuera de eje”.

Algunos ejemplos clínicos muy frecuentes en consulta:

Personas que llevan semanas con dolor cervical y empiezan a sentir desequilibrio leve.

Pacientes con problemas digestivos crónicos que, sin saber por qué, sienten que se desconectan del cuerpo o se tambalean en espacios abiertos.

Deportistas que pierden confianza en sus movimientos tras una lesión, incluso cuando ya han sanado físicamente.

Personas estresadas que sienten desorientación sin marearse.

Usuarios de plantillas o calzado muy rígido que pierden sensibilidad en la planta del pie.

En estos casos, lo que está fallando no es un órgano aislado, sino la coordinación sensorial que el cuerpo necesita para situarse en el espacio.

¿Qué puede alterar este sistema integrador?

Muchos factores pueden “desregular” el equilibrio, aunque no siempre se detectan con una prueba médica convencional:

Fatiga neurológica (estrés crónico, falta de sueño)

Alteraciones cervicales (bloqueos articulares, rigidez muscular)

Inflamación intestinal de bajo grado

Sedentarismo y falta de estimulación sensorial

Problemas visuales no corregidos

Calzado amortiguado o desadaptado

Disautonomía (alteración del sistema nervioso autónomo)

Déficits nutricionales (como vitamina B12 o magnesio)

Desde la medicina integrativa, sabemos que un sistema vestibular disfuncional puede no deberse a una lesión, sino a un terreno fisiológico alterado, en el que también influye tu alimentación, tu microbiota o tu estilo de vida.

Un sistema nervioso que no se orienta, se estresa

Cuando el cerebro no tiene claro dónde está el cuerpo, activa mecanismos de compensación que suponen un coste: fatiga, tensión muscular, hipervigilancia, inseguridad al moverse, ansiedad postural o incluso alteraciones en la respiración y la digestión.

Este “estrés postural” no siempre se percibe como vértigo. A veces se siente como una nube mental, un agotamiento raro, una sensación de no estar del todo presente.

Por eso trabajar el equilibrio desde una visión global no solo previene caídas o mareos, sino que mejora tu estado nervioso, digestivo y emocional.

¿Qué puedes hacer para empezar a recuperar tu equilibrio de forma natural?

> Camina descalza cinco minutos al día sobre suelo natural: césped, tierra, madera, grava, corcho, arena…

Este pequeño gesto estimula los receptores plantares, activa tu musculatura estabilizadora, y “reconecta” tu sistema nervioso con el entorno físico.

Además, al hacerlo fuera de superficies planas, obligas al cerebro a leer, interpretar y adaptarse en tiempo real. Estás entrenando el equilibrio… sin darte cuenta.

Conclusión

El equilibrio no es una función que se pierda solo con la edad o con enfermedades del oído. Es un termómetro de cómo se encuentra tu sistema nervioso, tu cuerpo y tu estilo de vida.

Y lo mejor de todo es que puedes empezar a cuidarlo sin aparatos ni medicamentos. Con consciencia corporal, con movimiento, con atención plena y con hábitos que favorezcan la integración sensorial.

Porque cuando tu cuerpo sabe dónde está… tú también lo sabes. Y te sientes mucho mejor.

[29/4, 11:46] Sandra Masip: El título: «¿Te sientes inestable? Descubre cómo recuperar el equilibrio desde una mirada integrativa»

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Descubre por qué tu equilibrio depende de más que el oído interno y cómo mejorarlo con un enfoque integrativo: pies, visión, intestino y más.

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